lunes, 12 de noviembre de 2007

EL

Cualquier gesto surrealista despierta su risa, sus grandes ojos se clavan en mi como buscando respuestas a preguntas no formuladas y me hipnotizan, me atrapan y no me dejan alejarme.
Sus movimientos torpes y casi siempre nuevos, su curiosidad innata por sonidos, colores, formas; esa sonrisa franca sin secretos ni hipocresía me crea dependencia, me obliga a buscarla como una droga vacante que no quiero dejar. Pero que he de abandonar.
No me pertenece, ni sus diminutas manos, ni su suave rostro ni su felicidad sincera. Solo momentos contados que no puedo elegir pero que guardo con afán. Busco robarle las palabras que me introduzcan en ese mundo suyo donde todavía no existen las dudas ni los dobles sentidos. Busco una oculta complicidad que me haga ser un poco indispensable en su tranquila vida, que me permitan verlo sin buscar excusas, que mi excusa sea el.
Enseñarle y ver como aprende paso a paso es todo un mundo lleno de logros e insignificantes fracasos que reportan sensaciones nuevas y desconocidas. Resulta curioso verse desde fuera de uno y descubrirse haciendo caras y sonidos que te hacen sentir ridículo pero que surten un efecto en él que hacen olvidar la vergüenza y ver solo el resultado. Unas risas de lo más espontáneas.


miércoles, 7 de noviembre de 2007